sábado, 25 de junio de 2011

Un pequeño resumen hasta el momento (uno)

Este diario de bitácora electrónica nació con el objetivo de relatar, a través de mi viaje actual, historias, relatos, leyendas e intuiciones que conectaran los viajes históricos que otros extremeños, durante la colonia, realizaron con objetivos y anhelos tan distintos. Entre la conciencia y el subconsciente, la realidad y la ficción, la historia y sus interpretaciones se trata de abrir los ojos hacia un cuestionamiento profundo de nuestras convicciones y esperanzas, para cantar a la riqueza y la necesidad de la libre movilidad humana. Transitando las distintas experiencias, quiero recuperar las tradiciones orales e históricas que conectan los espacios latinoamericano y extremeño difuminando las fronteras, achicando las distancias, y acercándonos a la riqueza del mutuo y necesario crecimiento compartido.

Pero dado que ese proceso creativo se demora mas que los acontecimientos, paso a contaros, hasta ahora, cual ha sido la ruta, y experiencias, de este nuevo viaje...

Tarde mas de lo previsto en llegar a México: de hecho, aun estando en su territorio, mis primeros lugares de paso resultaron algo así como un parque temático de esos que se encuentra, casi calcado, en cualquier lugar del mundo. Cancún no es México (es mi percepción, y discúlpenme quienes no estén de acuerdo). Es un gigantesco hotel-resort enfocado al turista gringo (extranjero del norte blanco), donde la mayor parte de sus playas (desde luego las mejores) son privadas, los cenotes (lagunas naturales surgidas en la roca caliza y con larguísimas cuevas que las conectan entre ellas) inabarcables para el nacional, que de hecho, ni salir a comer puede porque su escaso sueldo (trabajando para el bienestar de esos mismos visitantes) no le alcanza para aspirar a compartir lugares con ellos. Desesperante.

Tras Cancún, Tulum... un lugar místico, representativo de la cultura maya, con un impresionante complejo ceremonial a la orilla del Mar Caribe. Mas o menos lo mismo... el centro urbano es una sucesión de restaurantes sin identidad (tex-mex que simulan ser mexicanos, pero con hamburguesas), playas privatizadas y cenotes sagrados vendidos por un buen puñado de dolares.




En ambos sitios (como en casi todo el Estado de Quintana Roo del que forman parte), la misma historia. Con cada mexicano que charlaba, crecía esa sensación no solo de no estar en México, si no de ver como México estaba siendo troceado y vendido para el disfrute de los foráneos. Colonialismo reloaded, es decir, el mismo perro con distinto collar. Bien fueran en su momento los españoles, o después los norteamericanos, esta parte de México retrata como aunque las formas cambien, el fondo sigue siendo el mismo.

Apenas ni fotos hice de estos primeros lugares... pueden buscarlas en internet, y cuando vean paisajes impresionantes, piensen "solo existen de verdad si tienes mucho dinero".

La mejor experiencia, fue descubrir una playa paradisíaca libre de la especulación (o no tanto, pero bastante). Bañarse en el mar Caribe, con aguas cristalinas y finísima arena, resulto el bautismo renovador que necesitaba para empezar de verdad el camino por México, y tan energético resulto, que tuvimos que salir corriendo de la playa y el lugar puesto que un huracán asomaba por el horizonte, y nos acompaño con lluvias torrenciales hasta que llegamos a nuestro hospedaje.




La tormenta que paradójicamente, me llevo a la agitada calma de mis siguientes pasos.

miércoles, 22 de junio de 2011

Un nuevo inicio...

Ya empezó pero aún no acaba
la historia de este relato
que lleva contándose un rato
sin usar apenas palabras
y aunque ahora contenga erratas
quiere ser mil garabatos
porque el retrato que trazo
entiende muchas miradas.

Y como ciego caminante
con mis sentidos a su cargo
el camino aún siendo largo
a cada paso se hace viaje.

Pero como contar una historia
que no deja de suceder?
Como reconocer qué será
qué es el hoy y cual el ayer?
Si con pasos similares
de otros ya caminé
tendré que un otro inventarme
para contar como pudo ser.

Una Historia ya contada...

Cascachila el explorador miraba asombrado a aquel tipo que, a su salida en busca de su particular descubrimiento, le interrogab a sobre tantas cuestiones, algunas hasta para el desconocidas: ¿cuanto tiempo se quedaría? ¿Por cuantos lugares preveía pasar? ¿Quien lo hospedaría?

El sólo quería viajar!

Lo único que sabía con certeza era el impulso que le llevaba a embarcarse en aquella aventura: conocer, descubrir, compartir, crecer.

En aquel mapa que le acompañaba en su mente, veía mar, tierra, ríos, cerros, bosques y desiertos... que parecían pintar líneas que sin embargo no coincidían con aquellas otras que cada tanto el ser humano cambiaba por ignotas razones.

El veía un solo mundo y no comprendía el porqué dibujarle fronteras... todo lo que necesitaría, sería puentes con que superarlas.