Estoy agotado de viajar en avión. Tan grandes distancias para no apreciar nada del camino!! Tantos lugares que pasamos y no podemos sentir. Pero asi vivo y trabajo, y ni modo. Siempre que los pueda evitar, lo hago, e incluso cuando no puedo, trato de pensar en viajar de otras formas (barco, globo, o bicicleta) que obviamente no soportan los calendarios que manejo.
Me disponía a regresar al continente americano, esta vez, a un lugar bien distinto al que me vio dar mis primeros pasos allá en los Andes: México. Si con los Andes había tenido fijación plena y desmedida desde chico (siempre estuvieron ahí, hasta que el Destino me ofreció la señal de que había llegado el momento), con México mi atracción fue más reciente, y concreta. Fruto también, como tantas otras, de ciertas "causalidades". Pero eso será otra historia. Que vamos a despegar...
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Ahh mi estimada compañía!! El viajar es alimento para el conocimiento, y mi imaginación ya está desbordada! Pero donde estará mi fiel escudero? Es más, quien es toda este gente que está sentada a mi alrededor? Caramba, deben ser también como yo, viajeros... Pero porqué motivo estamos viajando juntos? Que es eso que se ve a través de este agujero? Ahhhhhhh
Ummmmm vaya dolor de cabeza, espero que no tengamos viento de poniente en el barco... Un momento, donde esta la tripulacion? Y el barco?! Estoy atado como en una galera, pero este lugar no tiene remos. Y todos llevan ropa y objetos tan parecidos y extraños... anda, y yo también! Esto es muy sospechoso, esperare a ver que ocurre antes de hacer o decir nada...
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Uau... que fue eso... sentí un mareo y de repente sentí que era otra persona, que otro ser me suplantaba en el cuerpo... yo seguía estando ahí pero invisibilizado, como observador de un otro yo. Pasó dos veces, fueron dos personas distintas, de épocas distintas, con distintos dialectos, personalidades, ideas y ambiciones. Yo los había sentido!! Qué estaba pasando?
Este blog recoge relatos de mi viaje actual, con el que trato de reconstruir la llegada, idealizada desde la narrativa histórica a través de puentes interpretativos, de algunos serradillano-extremeños al continente americano. La Historia será contada a través del presente, o este se irá explicando en sus diversos enlaces con la Historia. Las experiencias del viaje presente revelarán los hechos (ideas, nociones, relatos) del pasado.
jueves, 11 de agosto de 2011
El inicio de la "otra historia".
Subí siendo yo al avión. El yo actual y presente, el fruto del amor de mis progenitores y de mis circunstancias interpretables. Ese a quien los Andes le hipnotizaron desde que tenía uso de razón y que parece que fueron marcando el rumbo de mis pasos, de manera que llegué a la edad de Cristo consciente de mis razones, preñado de ideales, convencido del camino que transitaba. Y ahí hubo un nacimiento, que fue al tiempo, resurección.
En el avión, algo sucedió. En algún momento, dejé de ser yo mismo, el actual y presente, para ser ocupado por una esencia, una noción, o dos más bien, que venían de siglos y eras remotas.
Por un lado, uno de aquellos raros primeros conquistadores extremeños (PCE), desconocedor, que tiene los primeros contactos, las primeras nociones. Con el afán de conocer lo desconocido por él, y no por descubrir lo que ya había sido por tiempo descubierto.
Por el otro, el espíritu quijotesco del eterno caminante en su particular cruzada ("Don Migrante del Camino"- DMC), plagada de reflexiones sobre el propio ser (fuera de la realidad que le rodea incluso)
Y es así que a partir de ese momento, conviven en mí estas tres personas, que se alternan caoticamente la posesión de mis recuerdos, mis actos, y mis interpretaciones durante este viaje: por tanto un compendio de hechos, experiencias y creaciones que permitan unir tiempos, relatos, y ensoñaciones...
En el avión, algo sucedió. En algún momento, dejé de ser yo mismo, el actual y presente, para ser ocupado por una esencia, una noción, o dos más bien, que venían de siglos y eras remotas.
Por un lado, uno de aquellos raros primeros conquistadores extremeños (PCE), desconocedor, que tiene los primeros contactos, las primeras nociones. Con el afán de conocer lo desconocido por él, y no por descubrir lo que ya había sido por tiempo descubierto.
Por el otro, el espíritu quijotesco del eterno caminante en su particular cruzada ("Don Migrante del Camino"- DMC), plagada de reflexiones sobre el propio ser (fuera de la realidad que le rodea incluso)
Y es así que a partir de ese momento, conviven en mí estas tres personas, que se alternan caoticamente la posesión de mis recuerdos, mis actos, y mis interpretaciones durante este viaje: por tanto un compendio de hechos, experiencias y creaciones que permitan unir tiempos, relatos, y ensoñaciones...
Reflexiones...
Los "españoles" (tal noción no existía en el momento) llegaron al continente americano buscando nuevas rutas para comerciar con las Indias. Descubrieron y conquistaron primero, y colonizaron después, tierras, territorios, culturas y riquezas que en un primer momento, les hicieron pensar en estas tierras como próximas al Paraíso. A sangre, fuego, espada y cruz saquearon, explotaron e impusieron un sistema (o varios) de trabajo centralizado forzado, un idioma, y una religión monoteísta, bajo las que supervivieron sincréticamente las tradiciones que las precedían. Pero sus efectos fueron extendiéndose y complijizándose poco a poco, como en un conflicto dual donde ahora como antes y después, se seguirán disputando logros y conquistas inmediatas y posteriores.
La lengua castellana, vehículo secundario en ese proceso-tránsito de imposición, permitirá por otro lado algo impensable hasta ese momento: comunicar a una impresionante variedad de pueblos y sus lenguas vernáculas. Posibilitará no sólo lo que aquellos que la traían esperaban de ella, pero ser apropiada por los originarios y convertirse en una herramienta más para sus quehaceres, objetivos y necesidades.
Las creencias y ssistemas de trabajo autóctonos, mucho más comprometidos por la imposición de los ajenos, serán protegidos, aislados, en lo más profundo e íntimo de sus comunidades y sistemas, convertidos en refugio y sustento ante lo desconocido y no deseado. Eso permitió que lleguen y perduren hasta hoy esos sincretismos que son puente hacia esas tradiciones, desde los que podemos analizar las particularidades de cada una de las dos orillas que unen.
Hace más de 500 años, el continente americano comenzó a experimentar un proceso de desestructuración no por menos esperado menos radical. Los distintos pueblos contaban con profecías, intuiciones o revelaciones coindicentes: ya fuera Viracocha en los Andes (barbudo dios blanco que llegaría, de vuelta, por el poniente) o Quetazcoatl, los dioses volverían para inaugurar una nueva etapa. La emoción de aquel reencuentro pronto tornó terror y transformó en rebeldía y desunión que se extendió hacia los falsos dioses, y entre los pueblos.
Primero fueron los minerales, la fuerza de trabajo, las tierras, la juventud, la semilla y sus frutos. Se le exprimió la energía vital y se secó la sangre, contaminándolas. Las Reducciones servían para adoctrinar en la fe y controlar el trabajo y el impuesto de la explotación en minas, haciendas o repartimientos.
Terminado dicho expolio inicial y sentando las bases de la posterior explotación colonial, el transcurrir del tiempo fue alterando los terrenos donde el expolio continuaba. Agotadas las riquezas que se explotaban localmente, se empuja a las gentes a desplazarse y migrar buscando las cada vez más escasas oportunidades disponibles (convenientemente localizadas y gobernadas). El entorno natural se delimita, despedaza y reparte: playas privadas, plazas publicas en centros comerciales, relocalización de barrios y pueblos, urbanismo desmedido... con precios prohibitivos en los mismos lugares donde se concentran las posibilidades de superviviencia. Competencia, precariedad, deslealtad, avaricia, picaresca y pauperización son curiosos resultados de estos condicionantes. Antes quedaba al menos el territorio, su prisión, como vínculo con las propias raices. Hoy, hasta el lugar donde se nace es (de facto) y se intuye, igualmente ajeno, inalcanzable y cada vez menos reconocible.
La lengua castellana, vehículo secundario en ese proceso-tránsito de imposición, permitirá por otro lado algo impensable hasta ese momento: comunicar a una impresionante variedad de pueblos y sus lenguas vernáculas. Posibilitará no sólo lo que aquellos que la traían esperaban de ella, pero ser apropiada por los originarios y convertirse en una herramienta más para sus quehaceres, objetivos y necesidades.
Las creencias y ssistemas de trabajo autóctonos, mucho más comprometidos por la imposición de los ajenos, serán protegidos, aislados, en lo más profundo e íntimo de sus comunidades y sistemas, convertidos en refugio y sustento ante lo desconocido y no deseado. Eso permitió que lleguen y perduren hasta hoy esos sincretismos que son puente hacia esas tradiciones, desde los que podemos analizar las particularidades de cada una de las dos orillas que unen.
Hace más de 500 años, el continente americano comenzó a experimentar un proceso de desestructuración no por menos esperado menos radical. Los distintos pueblos contaban con profecías, intuiciones o revelaciones coindicentes: ya fuera Viracocha en los Andes (barbudo dios blanco que llegaría, de vuelta, por el poniente) o Quetazcoatl, los dioses volverían para inaugurar una nueva etapa. La emoción de aquel reencuentro pronto tornó terror y transformó en rebeldía y desunión que se extendió hacia los falsos dioses, y entre los pueblos.
Primero fueron los minerales, la fuerza de trabajo, las tierras, la juventud, la semilla y sus frutos. Se le exprimió la energía vital y se secó la sangre, contaminándolas. Las Reducciones servían para adoctrinar en la fe y controlar el trabajo y el impuesto de la explotación en minas, haciendas o repartimientos.
Terminado dicho expolio inicial y sentando las bases de la posterior explotación colonial, el transcurrir del tiempo fue alterando los terrenos donde el expolio continuaba. Agotadas las riquezas que se explotaban localmente, se empuja a las gentes a desplazarse y migrar buscando las cada vez más escasas oportunidades disponibles (convenientemente localizadas y gobernadas). El entorno natural se delimita, despedaza y reparte: playas privadas, plazas publicas en centros comerciales, relocalización de barrios y pueblos, urbanismo desmedido... con precios prohibitivos en los mismos lugares donde se concentran las posibilidades de superviviencia. Competencia, precariedad, deslealtad, avaricia, picaresca y pauperización son curiosos resultados de estos condicionantes. Antes quedaba al menos el territorio, su prisión, como vínculo con las propias raices. Hoy, hasta el lugar donde se nace es (de facto) y se intuye, igualmente ajeno, inalcanzable y cada vez menos reconocible.
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